Siguió
el hilo de la historia. Era una larga enumeración de hechos nada heroicos.
Pensaba que algo tendrían esas historias ya que tanta gente sentía una
agitación casi pueril. En la primera
lectura nada descubrió de interés; estuvo a punto de quedar dormido. Cuando
parecía que el sueño era inevitable, de repente tuvo el impulso de volver a
leer las historias. Apreciaron caracteres Baskerville en los capitulares, en la primera lectura estaba seguro que no existían. La historia
se refería a la fundación de una lejana ciudad contemporánea de Tebas. Los
habitantes de esa ciudad narraban la manera como aprendían, a través de los
consejos de un grupo de individuos venidos de tierras extrañas más allá de lo
fronteras conocidas. ”Donde se exhalan los veranos” decían. La segunda
historia, apareció de súbito, los párrafos se alargaban o perecían y solo
lograba distinguir algunos nombres de constelaciones y muchas imágenes a tinta china de vehículos
con alas grises. La tercera historia contaba la vida de un mercenario que al
paso del tiempo se entregó a la filosofía neoplatónica y a vender talismanes
recreados en su taller. Taller que fue incendiado por motivos de seguridad. La
cuarta y última historia era traslúcida y cíclica. Con dificultad pudo dilucidar
la historia. Hablaba de un porvenir de espadas y de dones. Lo curioso era que
al llegar a la línea 445 la historia cambiaba de tema. A veces eran historias
de guerreros que se exterminaban unos a otros precisamente en la línea 445:
otras veces el tema que aparecía trataba de futuras conquistas espaciales o de
amores entre los más diversos géneros y realidades.
Después
de un mes de intensa lectura las historias desaparecen y otro fortuito lector
seguirá el hilo de la historia. Al llegar a la línea indicada un inevitable
agujero se abre enfrente de los ojos. A este hecho de la línea 445 se le ha
denominado después de un severo consenso por parte de los lectores como:
fenómeno Bradbury.
Texto
publicado en la Revista Digital miNatura 131 (Castellano e inglés) 22.11.13