El ángel de la altura llega y se lleva en la mano al viento del pasado para que no haga mella ni en los ojos ni en la frente. De un salto ha dejado la luz repentina de las ascuas. Lo que nadie ve nos mira.
Pongamos nombre a los nuevos días aunque no podamos explicarlo.
A contraluz, ya nos sentimos victoriosos.
Buen año para todos y muchos labios para beber del cielo.