De la A a la X le creció el cauce de la incertidumbre cuando dormía. Se reconoció cuando el eco le dijo su nombre. Se reconoció más allá del
comienzo. Mordió el fruto secreto. Él se sabe vivo, idéntico a sí mismo. Se
inventó una cara y la X, le creció como una realidad alterna. Nunca sabrá de la
mano que lo hizo. Duerme tranquilo entre las sábanas mundanas de palabras.
Amanece.