Voy
tocando tu imagen. Te dibujo cuando camino por la ciudad. Cada vez te pareces
más a ti misma. Te superpones entre todas las imágenes. Te veo con esas flores
que te di o que te debí de dar. Hay un tiempo que para mí es de futuro como si
el juego de las ausencias pudiera sumar en todos los aparadores tu reflejo. Como
si salieras de mis ojos te veo. Me miras y creo que estas a mi lado. Me pego al
cristal y un aire pesado empaña el aliento. Trago saliva y parece irreconciliable
este caminar a solas pensándote. Treinta años atrás no estaba convencido de que
pudiera ver proyectado la trama de mis deseos. Hoy lo sé. Todos lamen su
ceguera y no saben que la compañía verdadera es la imagen que te crea.
Uno
se deja viajar para que la rutina se pueda sobrellevar entre los deberes
cotidianos.
Fotografía:
en alguna Rua do Porto, Portugal