Amadísimo Cáncer, evitaba decir lo que tenía que decirte, evocarte como lumbre enterrada entre los astros. Es tan difícil encontrar la predicción cundo el viento pasa tremendo como ese escalofrío debajo de las sábanas. Tus lunas negras, mi recordado cancer, detienen la adivinación de los ángeles malos y el pan húmedo de tus noches amanecen en el estallido de tus mareas. Guerrera siempre en el amparo; tu adivinación incesante que gritas, dejando las gargantas mudas y dolosas. Tu inútil miedo a traspasar la sombra del machete, sigue cortando el aire. Te he mirado por las noches y el desorden de tus sueños germinan a lo largo del desvelo de memorias.
Tu casa es la luna, naturaleza femenina húmeda, árbol de agua y mar de pozo.
En la Mitología griega eres Carcinos, el cangrejo gigante de la laguna de Lerna. Aunque seas un personaje secundario en el mito de los doce trabajos de Heracles, atenazas las horas con firmeza. En su segundo trabajo, Hera, te ordena atacar a la Medusa, en tanto Heracles corta sus cabezas. En recompenza te convierte en la Constelación de Cáncer.
Tu casa es el caparazón de tus tenazas. Te consagras a tus hijos con el egoísmo de las vírgenes solitarias. Tu mesa siempre vestida, tus manteles largos como los cabellos de tus presentimientos. Intuitiva cuentas, platicas lo que tu inmóvil intimidad resplandece. Fácil, cambias de humor con ese celo que persigue lo que pudiste ser y no fuiste. Leal a tu cruz, el aburrimiento ampara a todos lo hijos que procreas. Todo te lastima y la piel la tienes sobre la frente y tu corazón tiene el alma del que cela, del que quiere la luz completa, sin sombra, sin que te escarben el porqué sabes lo que nadie te ha dicho que supieras. Tu raíz es oscura, nunca se sabe lo que quieres, te confundes en tu entusiasmo o en un intuitivo silencio que golpea.
Maternal y ardiente tus gestos los puedes encontrar en Geord Sand y si quieres buscarte en la intimidad de lo que fue para ser, tienes al gran Marcel Proust, para que el buceo te tu tiempo no se pierda del todo.
La tristeza que aveces llevas de amuleto puedes dejarla si les a Françoise Sagan, “Buenos días tristeza” puede ser una buena elección.
Las indecisiones, las culpas, los fantasmas irredentos que te habitan puedes confundirlos si miras La decisión de Sofía, con Meryl Streep.
Tu sabes de las múltiples a cabezas de la Hidra y vas cortando una a una con esa espada fina que siempre tienes debajo del sueño. Sabes, puedes leer Siete personajes en busca de autor de Pirandello o del mismo autor EL difunto Matías Pascal. Que amoroso Luiggi con su asombrada lealtad por María Antonietta Portulano.
Para el desencanto, de eso que llamamos vida tal ves el Principito de Antoine de Saint Exupéry.
Gustav Malher, puede encontrar el milagro exuberante que buscas sin descanso.
EL corazón aprende, si es constante, dices, y es bueno tener una casa que se cuida como la esperanza del destino que siempre esta dormido.
Cuando tengas ganas de morirte, no alborotes, Ernesto Sabato en su Tunel, te dice cómo se vive el desencanto. Ahora, si quieres vivir tu espiritualidad, la doble cara de la realidad que bien conoces, puedes perderte en Narciso y Goldmundo de Herman Hesse.
El dolor callado que aguantas hasta el delirio puedes enjugarlo mirando a Frida Kalho.
Todos ellos, los que te he mencionado, nunca murieron de espanto, todos han salido de sus cuevas, caminando con sus patas largas clavadas en la arena hasta que las fases de luna vuelven a mojar el misterio que no entendemos y que tu vives como si fuera un danzón fino y delgado.
Tu sabes mi querido Cáncer, que la metáfora sigue habitando debajo de la lengua y que uno es un tonto todos los días del año. Todos sabemos, cangrejito, que el mundo sólo se mueve cuando la menstruación de la luna moja el firmamento.
Camilo Rubalcaba
Gerente Permanente del Abarrote
Sergio Astorga Tinta/papel