Se cuentan por centenas los años de cuando los viejos
que habitaban la costa chica de Guerrero vieron, a la sombra de un árbol de
mango dormitar a esa especie de pájaro pez que llamaron Sireno.
Fue un misionero franciscano que al oír la historia,
relacionó esa extraña creatura con las estampas de sirenas que había visto en
el colegio.
En realidad el Sireno es varón, emite unos sonidos como de urraca ladrona y es
feo y torpe en el agua. La leyenda original contada de boca en boca, decía que
cuando se aparecía un aire de pereza se apoderaba de los curiosos.
Se le ha visto recientemente en diferentes costas alrededor
del mundo. Los oceanógrafos y mitólogos, no se ponen de acuerdo si su reproducción
ha aumentado en un acto de energía nada esperado de acuerdo a sus altos índices
de somnolencia o producto del cambio climático, han migrado en busca de mejores
condiciones de vida.
Si alguien tiene la fortuna de encontrarlo, favor de
afianzarse a su almohada y no hacer caso de sus silabeos. Corren el peligro de
enamorarse de fatiga.
Sergio Astorga
Tinta/papel 20 x 30 cm.