Ella tenía enamorada la boca de su cuerpo, su saliva, su altanería. Su memoria de día y de noche tiene el gesto de la voz milagrosa del mundo. Ella es dueña de su cuerpo. Su pie pisa la historia lastimosa que le enseñaron. Tiene el pecho con el delirio vigente. Su lectura del mundo tiene el gesto enamorado y libre. Ella decide habitar su cuerpo. Vive en la calle 64 departamento 3. Su sombra altera al vecindario, algo que confunde, que no entienden, abre la brecha, la herida. Ella se sabe dueña. Decide.
Por fin decide.