miércoles, 18 de septiembre de 2019

Amanuense


Todo escriba tiene la inobjetable función de llenar, compilar, inventariar. Ejercer su oficio sin importar las inoportunas miradas o los sonidos bulliciosos del entorno.
Al amparo de los dioses, todo es posible. Hasta las cuitas amorosas pueden tener su balance.

Fotografía: Calle Ayacucho. La Paz, Bolivia.