La ciudad esta llena de sombras y ceniza, escribo con palabras terrestres, con furia y rabia, los desmayos de mi voz. Tuve una ciudad. Divagaban los perfumes de largas tardes y misturadas noches. Ahora solo tengo una demolición de imágenes cruzándose en todas las direcciones.
Todo: agua, piedra y ríos quedarán en las mentes de algunos poetas.
Nadie conoce el nombre de las cosas. Su olor, su color, su existencia se perdió en mi memoria.
El sueño de tener mundo se perdió. Se cambiaron por cemento los caminos; por parábolas de vapor los días.
Todo quedo con un gesto fiero.
¿Sin regreso?
¿Sin respuesta?
Por eso, con vehemencia, a pesar de tanto dolor y tanta perdida. Vamos a recomenzar otra ciudad con la rosa surgida de levante.”
Su base era de granito blanco, la vitrina era de acrílico y el texto estaba gravado en letras pequeñas. “Texto anónimo escrito en el siglo diecinueve”, decía la tarjeta.
Al salir del Museo tuve la implacable sensación de que yo podía ser el autor del texto. Tal vez sea cuestión de tiempo.
Sergio Astorga
Acuarela/papel 20x30 cm.