En la ciudad de los Dioses estuvimos.
Engarzados al viento del oriente
con el saludo húmedo de Tlaloc.
El Dios Huehue nos amparó
con su bracero de tiempo
y el colibrí salió de su letargo.
No hay más orgullo
que ver la tierra a nuestros pies,
ni más gloria a nuestros ojos.
Águilas fuimos del paisaje.
Aquí nacimos otra vez.
Se inicia el movimiento de los cielos
y germina el corazón y el canto.
Aquí estuvimos,
en la casa de los Dioses
y la flor de pedernal
fue pluma de quetzal
en nuestras manos.
Engarzados al viento del oriente
con el saludo húmedo de Tlaloc.
El Dios Huehue nos amparó
con su bracero de tiempo
y el colibrí salió de su letargo.
No hay más orgullo
que ver la tierra a nuestros pies,
ni más gloria a nuestros ojos.
Águilas fuimos del paisaje.
Aquí nacimos otra vez.
Se inicia el movimiento de los cielos
y germina el corazón y el canto.
Aquí estuvimos,
en la casa de los Dioses
y la flor de pedernal
fue pluma de quetzal
en nuestras manos.
Sergio Astorga
Fotografía: Piramide del Sol vista desde la piramide de la luna. sa