Hilario no hila bien las palabras. No atina a decir que es del huevo, amador empedernido. Clara y yema para él es su catecismo. Tiene problemas con el menú. No hila las palabras. No encuentra cómo decir yema o clara de manera comprensible. Sucumbe, come puntual en el restaurante del trabajo de dos a tres, él quiere huevo, pero sólo le dan sopa de verduras y costillas de cerdo con papas fritas.
Deprimido, un día tuvo una idea genial, en toda la yema, grabó su voz en el teléfono que la empresa le dio de última generación. Demoró semanas en pronunciar con claridad. Al llegar al restaurante, subía el volumen y se escuchaba sin duda alguna: dos huevos fritos, con la yema y la clara bien cocida, por favor.
No cabe duda que es clara la inteligencia.