La ausencia siempre se llena. No hay vacilación. Aquella ventana vacua, rota en su abandono, le han crecido flores. Al doblar la esquina era inevitable su encuentro. El granito enmarcando cuchicheos de violeta. La ventana ahora cuenta otra historia, el latido floral satura el hueco.
A las ventanas le salen cosas y no quiero cambiar estas palabras, por las otras, las que dicen que hay que tocar con los nudillos para que alguien conteste.
Fotografía Alguma rua perto de Monte Cativo, Porto, Portugal