No importa que protejas la llegada de las cartas. El gesto de la letra avanza con noticias evocadoras de encuentros posibles. Recuerda que los pasillos de la memoria son huraños y aunque un león te vigile, hay una brújula que guía el asalto a tu indiferencia.
Se diría que nunca se podrá devorar a la letra que me lleve hasta tus ojos. No hay ley que impida dejar un caudal de sobres con mi nombre en el dorso, y tomar cafe con dos de azúcar mientras espero.