Por más brumoso que sea mi destino y las notas altas no las pueda leer seguiré el consejo de mi abuela, cuando en Nueva York, Errol Garner le comentaba que él no sabía leer música y nunca aprendió. Creatividad e improvisación.
Que fácil seria si mi mano derecha alcanzara una octava y mi memoria almacenara más de diez compases. El virtuosismo en un misterio inalcanzable.
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