El rey Don Augusto VII de la familia de Los Tejados tuvo en los tiempos que corren una contrariedad nefasta para el reino. Decidió revisar todos los tejados, cornisas y gárgolas del reino. Se calzó una botas con la punta reforzada se quito las galas y como simple fontanero lleva dos años brincando de tejado en tejado buscando renovar el rostro de la ciudad. La Reina, no para de llorar junto con la princesa, gorda y fea, que por su peso no puede encaramarse al tejado.
Don Augusto VII rey de la familia de Los Tejados quiere ampliar su reino pero le faltan tejas para continuar y cruzar el río. Convocó a los arquitectos. Subieron por las escaleras repartidas a lo largo y ancho de los tejados del reino. Cuando discutían el proyecto de atravesar el río extendiendo el tejado más próximo a la ría, divisaron a lo lejos al ejército del Principe Julian, heredero del reino de las Aldabas.
Cuando se aproximaron y estando al tiro todo el reino subido a sus tejados comenzó a enviar una tejería que diezmó considerablemente a los aldabeños.
Vencedores, tendrán que soportar la lluvia hasta que repongan todas las tejas que usaron de proyectil.