El Sr Moteado no conoce al ocelote. Sombra, sueño y engaño lo persiguen en el fervor de creer ser único. Es verdad que hay un brillo en sus ojos, un felino ardor y ese obsceno andar de ridículo macho. Nada lo consuela, tiene ahora el tizne del himno roto. Alguien le dijo que el ocelote tiene mas poder y misterio. Él sacó su tamborcito, los crótalos de la abuela y encadenó, con el vientre manchado, canciones de lamento, de ruina. Ya no duerme. Resiste sonámbulo los nombres que le den identidad. Su casa, la gente que camina en las calles le parecen inhabitables.
Le fue creciendo el heroísmo. Tirarse a la hoguera. Nacer con otro sol en la piel.
El fuego no es suficiente. Ayudemos al Sr. Moteado donando leña, carbón o cualquier objeto combustible. Seguir la huella del humo.