lunes, 16 de septiembre de 2013

¡Oh diosa!



Cuando descendió la pluma de colibrí y se posó en su pecho, una agonía mundial se atisbó por el poniente de los cielos. Fue en esos días fértiles cuando  los pedernales  ya estaban cubiertos por el asfalto. Los déspotas gobernaban como bacterias con el dolor de pueblo  en el aliento.

Es verdad, a quema ropa, podemos afirmar que su reino es de este mundo. Incesantes briznas de fortuna nacieron también por esos días. Todo acto, desde entonces estuvo plagado de contraseñas  y el desbarajuste teórico, por un instante se ciñó de coloradas esperanzas.

De su falda florecida se ajustaron los días y hubo besos de tierra como pan de muerto azucarado. El canto volvió a decapitar al polvo  cotidiano. Y de las rodillas de los niños salieron las risas remozadas.

Por eso,  ¡Oh diosa! te enredo a mi cuello como mascada de seda.


Mascada de seda 90 x 90 cm. manufacturada por Pineda Covalin con dibujo de Sergio Astorga, (Agotada)