
Deja una casa mental, soles sobre la arena y esa avaricia de fruta no comida.
Vio cómo desfilaba y se perdía su ciudad como esos carritos de hojalata que le regalaban los días de mercado.
Se fue sin respuestas como buen mamífero y con ese sermón esdrújulo que nunca rimó con el vecindario.
Se habrá equivocado?
Hoy lo recordamos.
Sergio Astorga
Tinta china/papel 20 x 30 cm.