El día que sirvió el café frío, tuvo la sensación de traicionar el oficio. Sólo olvidó la taza sobre el mostrador. Llevarlo a la mesa del fondo le aterraba. Vestido con una camiseta del Che y unos pantalones de gabardina, estaba ese fulano al que tuvo que darle de bofetadas cuando intentó abusar de su prima. Habiendo tantos cafés en la ciudad, ¿porqué tuvo que venir a este? Un sudor le recorría la espalda. Él sabía que trabajaba en este café. No, no lo voy a llevar. Cundo el fulano de la camiseta del Che se levantó para ir al baño lo miró con una sonrisa triunfante.
Aprovechó ese momento y dejó la tasa sobre la mesa. A toda prisa entró en la cocina, tomó el cuchillo y comenzó a picar cebolla pausadamente.