miércoles, 30 de octubre de 2013

El Guayabito


Con paso bongó caminaba con sus zapaticos de dos colores por la calle de Mercaderes. Muy  jocoso, perfumado y con su panamá de primera, preguntaba a Doña Liria, que con el delantal colorado despachaba melones hondureños.

- Dónde está Guitarrita, Doña Liria.   

- ¡Así no más! Mi rey. Sin saludar.

- No se me ofusque, que usted  sabe que no hay otra morena en mi cartera.

- Mas te vale, chulito, que con este cuchillito me hago respetar.

- Guitarrita, ¿dónde anda?

- En el puesto de limones.

Masticando menta,Guayabito,sin despedirse, siguió el meneo de una cadera quinceañera. Pasito a pasito su mirada bailaba como niño que pregunta.
Con el aliento de coco raspado, Guitarrita, formaba montes de limones y limas con una viveza digna de un son montuno.

- ¡Ese mi Guitarrita! Como desafinas, mi amigo. Te busco desde el martes.

- Estuve con la Manuela. Tú sabes.

-¿Tienes el dinero?

- La mitad.

- ¿Y eso?

- La Lourdes se rompió un brazo; la Paca se pasó con las pastillas y a la Lore no la encuentro, ya sabes que cuando se llena de azucenas se “pira” por días.

- Cayitos. Y a esas, me las compones o te quedas sin cuerdas, mi Guitarrita.

Con el dinero en el bolsillo, el buen Guyabito, se fue donde Don José, a liarse con el dominó.

- No me lloren que ya llegué. Un ron que traigo “inspiration”. Vamos a vivir en paz y que siga la calentura.

 Sergio Astorga acuarela/papel 20 x 30 cm.