Con paso bongó caminaba con sus zapaticos de dos colores por la calle de Mercaderes. Muy jocoso,
perfumado y con su panamá de primera, preguntaba a Doña Liria, que con el
delantal colorado despachaba melones hondureños.
- Dónde está Guitarrita, Doña Liria.
- ¡Así no más! Mi rey. Sin saludar.
- No se me ofusque, que usted sabe que no hay otra morena en mi cartera.
- Mas te vale, chulito, que con este cuchillito me hago respetar.
- Guitarrita, ¿dónde anda?
- En el puesto de limones.
Masticando menta,Guayabito,sin despedirse, siguió el meneo de una cadera quinceañera. Pasito a pasito su mirada bailaba como niño que pregunta.
Con el aliento de coco raspado, Guitarrita, formaba
montes de limones y limas con una viveza digna de un son montuno.
- ¡Ese mi Guitarrita! Como desafinas, mi amigo. Te busco desde el martes.
- Estuve con la Manuela. Tú sabes.
-¿Tienes el dinero?
- La mitad.
- ¿Y eso?
- La Lourdes se rompió un brazo; la Paca se pasó con las pastillas y a la Lore no la encuentro, ya sabes que cuando se llena de azucenas se “pira” por días.
- Cayitos. Y a esas, me las compones o te quedas sin cuerdas, mi Guitarrita.
Con el dinero en el bolsillo, el buen Guyabito, se fue donde Don José, a liarse con el dominó.
- No me lloren que ya llegué. Un ron que traigo “inspiration”. Vamos a vivir en paz y que siga la calentura.
Sergio Astorga acuarela/papel 20 x 30 cm.
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