martes, 4 de marzo de 2014

Memoria oeste


Con la mirada se unen los peñascos. El horizonte se pierde al caer la lluvia por la carretera NM 68 Norte. Vamos a Taos, New Mexico. Es una historia  sólo nuestra y de los antiguos búfalos de la pradera. Es pequeña la trenza que une el cauce del Rio Grande (Río Bravo) y rojo el moño amarrado en tu pelo. La montaña aparece después de un curva. Todavía coronado por la nieve. Crece el viento sagrado. South by Southwest, canta New Mexico Rain por la radio. El calor de hogar del camino nos empaña la mirada. La figura de Kit Carson montado en su caballo repasa la ruta a cada nube que vemos. El trueno y el relámpago nos cuentan la historia de las piedras solitarias. Quizás la estupidez de volver al mismo humo del pasado deja que se enfríen las tazas de café de otros caminos. Recuerdas la primera pregunta ¿Tanto espacio abierto a dónde lo metemos? Pero las respuestas se quedaron entre el adobe de las casas de Taos Pueblo. Aquí la distancia se mide por millas y tenemos la sensación de que todo es mas amplio y sin ataduras como el road runner que atraviesa trazando una linea divisoria entre la tierra y el asfalto. Nuestra vista sigue corriendo hasta topar con una enorme sobra de un enorme pino, el árbol DH Lawrence te digo. Todos lo pinos me lo recuerdan. Sé que el Kiowa Ranch esta lejos de a Plaza Taos y que Francisco Vazquez de Coronado llegó en 1540, mucho tiempo sobre el adobe que nos sale al paso. El ronquido de Taos aparece de nuevo y su baja frecuencia nos lleva directo al BBQ.
Tienes razón, tenemos una memoria que podía quedarse en el oeste. Sólo tenemos que seguir el curso de otro río.

http://youtu.be/G9fq4-5cvBI

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