Todo es mudanza,
las uñas, los cabellos:
el limpio ámbito del sueño.
Es de la danza
el teatro, los luceros:
el silencio quebrado de los muertos.
Es de la casa
la raíz, la silla:
es el pan que se come la costumbre.
Es del camino
la duda, los espantos:
simulacro tenaz de los retornos.
No hay mejor tierra
que el viento, los delirios:
los siglos nocturnos que te nombran.
Todas las puertas
son espejos, son muros:
trampas de la flor y sus perfumes.
Robar la luz
del tiempo, las bodegas:
fábrica del giro de los días.
Dejar las alas,
las plumas en adioses:
lápida de la voz y de la sangre.
Todo es mudanza,
los murmullos, la piel,
siempre en la tarde que navega.
Sergio Astorga