Navega, danza y fornica con la mar.
Desde el palo mayor la vela espera ese aviso del cornetín para empezar a trajinar. Las aves por la proa y el diablo en la popa con su comitiva prepara la lavativa para los marineros boca abiertos. Faltan escaleras y sobran cuerdas.
¡A embarcarse miradores!.
Desde el cielo las risas de las gaviotas llenan de espuma la cubierta y el capitán se equivoca de ruta y su corazón se llena de tierra.
Nadie dice adiós a los jinetes del mar.
Las bahías se inundan de golfos y los helechos se alimentan con los huesos nocturnos.
Al final la luz de la mañana desfigura el viaje y las horas giran locas en la brújula.
Adiós marineros que el desierto de agua te espera.
Las letras M y B te cortejan.