Para Olga Bernad
Como la pluma que gira sin aire
así cuelga la caricia.
Anegada en la mano
arranca besos de cobre
y de su perfume azabache
el mundo respira perplejo.
Cuanta cabellera oscura
como arpa nocturna
y cuanta fuente de jade
se apoya entre palabras.
Los cuerpos blancos desnudos
suenan sus mundos duermen.
Sus ramas engendran
manantial de mujer,
disipando su tedio con su fiebre.
Fruto que comienza en semilla
y acaba confundido en cáscara.
El antifaz del aire es de polvo
y en el portal del miedo
el vidrio molido del rechazo
se obstina entre las sabanas.
Así de riguroso es el desastre,
nieve que aprende a derretirse.
Con la azúcar morena como tarde,
las horas caníbales
dejan un sabor de luz visible,
un peso embelesado de nostalgia
y una caricia perpleja por piel.
Sergio Astorga
Tinta/plumín 15 X 30 cm.
María del Mar Téllez Romero
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María del Mar Téllez Romero (Tlalnepantla de Baz, Estado de México, 1978).
Especialista en ingeniería de espacios y narraciones fantásticas. Es
ingeni...
Hace 1 día.