Para Fátima Fernández
La tortuga mansa verde
bebía la sal del agua.
Desnuda la mar ausente
de su falda suspiraba.
El sol como resonancia
corto las cuerdas que unían
la luna con la cascada.
Los pájaros se vistieron
con sus sombreros de paja.
Y de la arena parda
una nereida con voz
de musgo cantaba.
La delgadez de los niños
se sentía en sus miradas,
cuando de las caracolas
nacieron otros mañanas.
Sergio Astorga
Tinta/plumín 29 x 39 cm.
La tortuga mansa verde
bebía la sal del agua.
Desnuda la mar ausente
de su falda suspiraba.
El sol como resonancia
corto las cuerdas que unían
la luna con la cascada.
Los pájaros se vistieron
con sus sombreros de paja.
Y de la arena parda
una nereida con voz
de musgo cantaba.
La delgadez de los niños
se sentía en sus miradas,
cuando de las caracolas
nacieron otros mañanas.
Sergio Astorga
Tinta/plumín 29 x 39 cm.