martes, 5 de enero de 2021

El marido de mi prima

 

Tenía un retraso en su costilla, no le dolían ni los bastos ni las copas. No sabía que la primavera se acaba como flor y que los piratas nunca regresan por el botín olvidado. De la legión extranjera sólo comprendió como vender discos y ropa en segunda mano. Contra la desdicha las mariposas y las golondrinas en el balcón de la Tía Justa, cuenta. Trotó su mundo con enjundia con esa tonadita que dice que el mundo se vive a solas como ese caballito de mezcal sobre la mesa. La humedad le incomoda. No sabe latín.