Desde la ventana abierta los suspiros eran largos. Por horas la brisa refrescaba su rostro. Lu, amaba la luna amarilla. Amante desolada se guardaba la pena cuando sentada frente a la ventana estaba como ausente. Era libre como una cabra del monte, como las palabras que se asocian con su nombre. Ella doraba la noche. La luna lamia su rostro con su larga lengua. Lu adoraba la justicia de las palabras limpias como la imagen que le quema sentada frente a la luna.
Lu todas las noches cambia el mundo.
Una dulzura si la miras. Fíjate bien.