Las afinidades están en los huesos, en las pestañas anochecidas, en su fecha de nacimiento.
Su piel sin mácula les recorre, les cubre sus cuerpos. La verdad las une y son tan diferentes que es difícil entenderlas. Su madre les tejió bufandas con rayas de colores, todavía las conservan y enredan su cuello como si el recuerdo las conociera.
Yo las he mirado crecer, sin embargo, no reconstruyo su rostro, los he olvidado y sólo ese polvo del espejo en el que se miraban me despierta su presencia.