miércoles, 16 de octubre de 2013

A la baja


Un miedo largo como de animal ajeno articulaba los días. Nacía la mañana con esos violetas ácidos. Lejanos ya los cielos bienestar en que las aves acariciaban los aires. La cólera desnuda se paseaba campante entre las plazoletas. Contrastaban los audibles lamentos de los abatidos con la victimas vencidas por la fuerza de sus propias calcas. Algo está seco, se escucha el peso entre las cabezas. 
Un frío corre por la espalda de las casas. En ese mundo sordo se draga la única lágrima que arrendó la ciudad. Alguien husmea y alarga el brazo y exprime la poca esperanza de los ojos. La antigua pulpa de las horas, tan frescas y dueñas de todo tiempo, fueron robadas. El desconsuelo se quedó extraviado en los semblantes. Más un día, en que el sopor se embriagaba con el tedio, las alturas fueron escrutadas.   

- ¿No oyes?

- No.

- Algo se acerca. Siento la onda de la caída.

- Ni veo. Ni oigo.

- Allá. A un costado del edificio de administración.


Un sobresalto y un furor descarado rompieron el silencio en miles de astillas. Se clavaron en las pupilas de todos los que se apiñaron a mirar al nuevo caído.

Sergio Astorga acuarela/papel 20X60 cm.