Carlos Mosiváis cumple 70 años de vida. Esta vez no hubo chambelanes, ni quinceañeras para bailar el vals “Emperador” de Beethoven, ni el lago de los cisnes; ni hielo seco, ni siquiera un mambo para mitigar el sabor a merengue dejado por el discurso del padrino. ¡Lo juro, bohemios! No lo hubo. Hubo el abrazo unánime de una sociedad entera que se ha visto recreada, ironizada en sus múltiples y contradictorias maneras de manifestarse. Palabra de scout que no es demagogia.
La Ciudad de México, sí, esa que otrora fuera muy leal y noble, no se entiende en la segunda mitad del siglo XX y el rabito del XXI sin la mirada de Monsiváis, nacido el 4 de Mayo de 1938. Desde la Portales –un barrio popular al sur de la ciudad- un ojo despiadado y una mano crítica amancebó a la regordeta y alta cultura con los enmarañados rostros urbanos, espontáneos y antisolemnes.
“Monsiváis es un genero” afirmaba Octavio Paz, y no es una alabanza, es una definición. Sátira política, crónica, ensayo, reseñas, guiones, prólogos, antologías y coleccionista de historietas; participante en foros, coloquios, mesas redondas, en un incansable trabajo intelectual y como quería Manuel Acuña en medio de todo: “…mi madre como un Dios”.
Estudio en la Facultad de Economía y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de México, desde joven, comenzó su trabajo periodístico; colaboro en diarios y revistas, El Universal, La Jornada, Excélsior, en la revista Proceso, Letras Libres; por diez años el programa radiofónico “El cine y la crítica” en radio UNAM y la colección de discos “Voz viva de México”. Su sentido crítico y autocrítico molesta a las buenas conciencias, lectores ávidos de libros de autoayuda, y asume la defensa de los derechos de las minorías y la educación laica y… (aplausos).
Antes de Google y Wikipedia, Carlos Moniváis ya era, ya estaba como referente de cualquier tema de la Vida Nacional en desacato permanente de los idilios oficiales.
Los ídolos de la lucha libre el Santo, o el Perro Aguayo, podían dialogar con Sarte o con los poetas del modernismo. María Félix podía sentarse junto a Elena Garro o Frida Kahlo sin inconveniente o un buen bolero de Agustín Lara podía ser analizado con la misma seriedad que un poema de Darío. Ajonjolí de todos los moles, Monsiváis es visto y revisto, expuesto y sobre expuesto como una cantante sin calva de muchos registros.
En su autobiografía –escrita a los 28 años, como mandan los cánones- afirmaba: “acepté esta suerte de autobiografía con el mezquino fin de hacerme ver como una mezcla de Albert Camus y Ringo Starr”.
Que 70 años no es nada, que es febril la mirada y con tanto amor perdido, desde “Europa, ya que su extranjerismo es delicioso, brindo…” “no por esa en la que hayáis consuelo en la tristeza…” por tus setenta yo brindo, ni modo, sei lá, así es el abarrote.
Sergio Astorga.
*Cualquier alusión desconocida, pueden consultar a Monsi o a Google, están a voluntad.
María del Mar Téllez Romero
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María del Mar Téllez Romero (Tlalnepantla de Baz, Estado de México, 1978).
Especialista en ingeniería de espacios y narraciones fantásticas. Es
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