Por la ausencia
La ausencia se cuenta con los dedos
cuando la palma de la mano enloquece.
¿Cuántas muertes tenemos
que contar si regresamos?
¿Cuántos Antojos diseminados?
¿Cuántos kilómetros para encontrar abrigo?
No se siente cruzar el océano.
No hay ese olor de animal marino.
Ni el miedo al asombro.
No hay inmensidad que contar,
y no hay lugar para la sal
o el astrolabio.
Encapsulado a diez mil pies de altura
intuyo que debajo pasan veloces
agua y tierra indiferentes.
Agosto es de acomodo
porque ya tuvo el azul en la cintura.
Y en esa locura cabalga
de una península a una meseta.
Del viejo al nuevo mundo
destila el antropólogo.
Del río Duero al río Grande
entre cielos hidráulicos.
De Oporto a los Álamos
acelerando la doble
hélice de luz.
Las ausencias se cuentan con los dedos
y las presencias se forman de palabras.
Palabra a palabra voy llegando
que aquí el viento de noche
tiene murmullos de agua.
Palabra.
Sergio Astorga
La ausencia se cuenta con los dedos
cuando la palma de la mano enloquece.
¿Cuántas muertes tenemos
que contar si regresamos?
¿Cuántos Antojos diseminados?
¿Cuántos kilómetros para encontrar abrigo?
No se siente cruzar el océano.
No hay ese olor de animal marino.
Ni el miedo al asombro.
No hay inmensidad que contar,
y no hay lugar para la sal
o el astrolabio.
Encapsulado a diez mil pies de altura
intuyo que debajo pasan veloces
agua y tierra indiferentes.
Agosto es de acomodo
porque ya tuvo el azul en la cintura.
Y en esa locura cabalga
de una península a una meseta.
Del viejo al nuevo mundo
destila el antropólogo.
Del río Duero al río Grande
entre cielos hidráulicos.
De Oporto a los Álamos
acelerando la doble
hélice de luz.
Las ausencias se cuentan con los dedos
y las presencias se forman de palabras.
Palabra a palabra voy llegando
que aquí el viento de noche
tiene murmullos de agua.
Palabra.
Sergio Astorga