Obsesionado por el alfabeto griego quiso tener un deltoides primoroso, así que descubrió que su cuerpo podría mantener vivo y en en tercera dimensión ese gusto alfabético. Se inscribió en un gimnasio y cuando descubrió el esternocleidomastoideo no cabía de gusto. Su afectación llegó hasta los dorsales. El oblicuo mayor del abdomen fue modelado casi sin darse cuenta. Transcurrido el segundo mes, en el tensor de la fascia lata tuvo un problema menor, pero significativo, le hizo perder un poco de volumen en los gemelos ya que estuvo en cama por varias semanas. No obstante ese tiempo sedentario le permite tonificar el bíceps braquial y el tríceps, así como el grande supinador.
Su dieta, como era de esperarse, se modificó al grado de la insensatez: atún con agua de mañana a la noche. No es para alegrarse el precio que tiene que pagar Musculoso por el gusto a una letra del alfabeto griego. Sus amigos, cada día más preocupados, le llevan alfabetos para ver si alguno le provoca el entusiasmo que le pueda apartar de esa obsesión alfabética-muscular. Han probado con el Cirílico, Armenio, Hebreo, Bengalí, Omeya, Tamil, y nada. Los expertos aconsejan probar con pictogramas del Náhuatl, pero ha sido en vano. Musculoso, fiel a sí mismo, nos deja ver su bien tonificado risorio.