La transparencia pasa sin manchar el día hasta dejar al desnudo los ángulos. En el vuelo de la luz, la pureza parece física, como la del fruto que se muerde.
Te atrapo al vuelo mintiéndome al sentir el espacio carnal de los abrazos. La luz diagonal, me digo, no se atrapa, porque hiere como una afilada daga.