El cielo de agua espera ser tragado por la anémona metálica que se mece al viento con una suavidad transparente. El mar a su vera, duerme la siesta temporaria. La vista se entretiene dando círculos concentricos para uncirse a la circunferencia. Como no hay fronteras nunca salimos del mismo sitio no importa que fluyamos a distintas velocidades.
La tierra sigue girando frenética y sola en el universo conocido mientras las redes de la anémona se sostienen pescando sonidos que pasan sin quedarse.
Mañana volveremos a filtrar en nuestra memoria la imagen que rompimos. Al fin de cuentas, el asombro es una palabra que nunca acaba.
Escultura de Janet Echelman llamada “She Changes”, popularmente conocida como Anémona. Praça Cidade S. Salvador, Matosinhos, Portugal