María del Mar Téllez Romero
-
María del Mar Téllez Romero (Tlalnepantla de Baz, Estado de México, 1978).
Especialista en ingeniería de espacios y narraciones fantásticas. Es
ingeni...
Hace 1 día.
8 comentarios:
Agosto, el mes en que nací. Aunque creo que a partir de ahora celebraré mi cumpleaños en septiembre, el mes en que naceré a una nueva vida.
Bonito dibujo y bonitos pensamientos, como de constumbre.
Feliz agosto.
Ya sé que está aquí agosto, porque´tú nos lo traes.Besazos.
Flechador, tú apunta y canta que nosotros tenemos a Sergio, que nos dibuja...
Besos
Una ofrenda de palabra sagrada, de color intenso, de canto vivo da la bienvenida a agosto.
Cada amanecer de agosto y de todos los meses daremos gracias por la puntería del flechador.
Sergio: has provocado recuerdos tan grandes como Monte Albán y Mitla, diversos como el mercado de Oaxaca, alegres y pícaros como la Guelaguetza y deliciosos como los moles, el chocolate y ese enmarañado queso o quesillo que se funde sobre las tlayudas y las tortillas recién salidas del comal.
Va un abrazo ceremonial.
Lola Mariné, vaya pues aunque no sepa el día de tu nacimiento unas mañanitas bien cantadas a la manera de Jorge Negrete o de Javier Solís, tu escoges. Ya leí que tienes fecha para el lanzamiento de tu novela en septiembre y sí, vuelves a nacer sin duda.
Gracias por gustar de mis costumbres.
Un abrazo de fiesta naciente.
Sergio Astorga
Marisa, gracias por no faltar a la cita mensual. Me alegra que estemos de nuevo en agosto.
Abrazazo "agostino".
Sergio Astorga
Gemma, dibuja que te dibujo dibujando que el flechador con el arco y yo con la pluma vamos llenando el tiempo que metemos en nuestras ollas.
Cuánta distancia entre dar en el blanco y el recorrido de la flecha.
Sabrá el rey Rodrigo de mi? o sabrá Huitayuta (deidad de la multiplicación del genero humano) que estoy pintando?
Gemma, sabes algo mas allá del dibujo?
Un abrazo flechado.
Sergio Astorga
María Eugenia, que canten las iguanas y la mujer rumbosa con su piña en la cabeza que para mí Oaxaca es magia deslumbrante y murmullo de lenguas y colores. Nunca he sentido la grandeza como cuando estuve en lo alto de Monte Alban. Una sensación soberana, muy distinta a la de San Juan Teotihuacan. En Teotihuacan se siente el cosmos y en Monte Alban se siente humanidad.
No he ido al Tajín, si alguna vez llego a ir, te cuento, pero Oaxaca es especial, es el México deslumbrante y desgraciado, fastuoso y paupérrimo, la sonrisa y el llanto melancólico.
Tuve oportunidad de conocerlo, no como turista, sino por razones de trabajo, en alguna época fui funcionario en el programa con Jornaleros Agrícolas y me tocó ir a las comunidades a tomar fotografías y a entrevistar a la gente, que por la miseria en que viven y con las tierras empobrecidas, venden su fuerza de trabajo, así son contratados en condiciones deplorables por la agroindustria del norte del país: Culiacán, Sinaloa y San Quintín, Baja California. Los camiones llegan a Ocotlán (a una hora de Oaxaca donde los días de mercado es en verdad una maravilla) desde Guadalajara y los enganchan en (contratan) para ir a Culiacán, 45 horas seguidas de viaje si es que no se descompone el camión, un calvario y así puedes ver como las comunidades se vacían cada ciclo agrícola, unos regresan y otros dan el salto a los Estados Unidos.
Tendría mucho que decir de Oaxaca, pero no te voy a abrumar y mejor te invito un mezcal en los portales después de visitar el Museo Tamayo.
Un abrazo con mi camisa bordada.
Sergio Astorga
Publicar un comentario