miércoles, 13 de agosto de 2025

El único

 


El vaivén de su cuerpo era como la letra U. Sube y baja sus pendientes como si fuera la travesía velada del alfabeto. En ocres, las palabras han quedado en su pasado y la levedad de su ubérrima siesta lo alcanza y lo deja con los párpados temblorosos. 

Un aire usado se respira en el silencio de sus cuadernos. Inflamado su uréter le provoca un desplante oblicuo.  Es al uso un hombre urbano. Negras sus manos ululan las estrofas de una U que se peina en honor a su patria uruguaya.

Comprendemos que la uña del vocabulario le es indiferente.

El psicoanálisis no atina a darle dimensión humana en este teatro uniforme.

Urías, se llama para mejor seña.

lunes, 4 de agosto de 2025

El conde demetrio

 


Nació sin madre, suspenso de la tierra. Sus párpados son del bosque de la diosa Deméter. Como una respiración, sus clamores llenaban las atmósferas de las colinas. Brotó como un hombre salido de los árboles. Al grito de pájaros su corazón era un náufrago y cólera desnuda.

Sobrepasó sus males y tuvo la promesa de conciliar el tronco de su estirpe perdida. Sus pasaos se oyen cada noche. Consiguió ser conde de una viña. Juntó sus manos en la uva y la tentación de desequilibrio lo hizo andar por el piso apretando brazos y piernas.

Se corre la voz, que en el mundo no hubo una mueca tan eterna como el éxtasis de su efigie.

viernes, 1 de agosto de 2025

Agosto 25

 

Geometría, Álgebra y Astronomía marcan agosto como el mes matemático gracias a Hipatia. El mundo conocido quedó ampliado bajo su tutela.

Su trágico destino por la cerrazón religiosa, nos mantiene con el mes mirando el astrolabio.

miércoles, 30 de julio de 2025

Uriel el único

 


La letra U fue la primera letra que pronunció. Ningún sabio se dio cuenta que la compañía es una urgencia de vida, una utilidad color de uva.  Nació en Ur de los caldeos y a caballo cruzó el universo conocido. Con un sentido urbano impecable, cuidó de todas las ciudades que visitó. Sin embargo, una lágrima turbia fue su único consuelo.

 Uriel, que así dijo llamarse, llora su epílogo fermentado en U.