Hoy me acuerdo de sus ojos. Eran un sulfato de azul, un balazo de emoción encadenada. Sí, quisiera preguntar por dónde anda. Tendría que preguntar a otros que la vieron. Que tomaron café y desayuno con ella. Quisiera tocar las puertas donde sé que anduvo. La gladiola, el silencio, el punto final. Por eso con este pregón la busco. Triste, arrugado. ¿qué estará haciendo? me pregunto. Tomo esta copa de vino y me dan ganas de tocar esa falda de satín y ese andar de caña en la zafra. Yo no sé porqué esta distancia si en septiembre tuve todo octubre entre mis noches. Si no fuese hombre también la sufriría, porque su azul pupila me llegó tan hondo que arruinó mi blanco y negro. Me hecho a la sombra y vivo el recuerdo. Me quedo quieto. Algo de humanidad presumo, tengo.
Comprendo con esfuerzo, que es indiferente contar lo que te cuento.
2 comentarios:
Nunca. Jamás es indiferente lo que cuentas.
Un abrazo fuerte.
Juji un abrazo fuerte diferente a los que te he enviado. Gracias.
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