Un destello en el sillón me postró. Un resquicio frente a mí y como atraído por un gran imán fui devorado. Me hice adulto. Cuando desperté. El muro tenía grafitis que no lograba descifrar. Me levanté con la pupila húmeda. Caminé como un cíclope. Llegue a mi antigua casa. Las paredes pintadas de azul le daban un aspecto de sanidad. Desde entonces, los días son iguales.
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