Se agradecerá cualquier informe que ayude a localizar a
Harry Lou, felino atigrado de costumbres radicales y finas vigilias. Se le vio
por última vez en la techumbre de la calle Antero de Quintal. Caminaba con esa
profundidad egipcia sin prestar atención a las insulsas miradas perrunas que lo
seguían envidiosamente desde lo plano de la calle. Insumiso, las costumbres
cuaternarias de las aves de corral, nunca hicieron fondo en su psique. Por ello
tiene esa gracia de estatua que se levanta del suelo y sigue en pie por siglos
y que nadie se atreve a tirarla por el misterio que representa. Habrá quien la
escupa, que reniegue, pero nunca levantará ni la voz ni la mano para desaparecerla.
Así, de ese tamaño es Harry Lou.
No faltan leyendas que quieren atribuirle a Harry Lou hazañas,
tanto marianas como paganas, pero ninguna de ellas corresponde a su
temperamento. Por las dudas, he buscado bibliografías para encontrar
semejanzas. Después de muchas búsquedas, encontré una figura semejante a la
suya en una pintura de Remedios Varo. El cuadro se llama Mimetismo, y el gato
se asoma de un agujero de la duela del piso. Es sorprendente el parecido en la
mirada, pero dudo mucho, por los hábitos que conozco de Harry Lou, a él le
gustan los espacio abiertos, sin fronteras evidentes. Puede ser algún pariente
lejano, me explico.
Por eso les agradecería si tienen algún informe, por
vano que pareciera, del paradero de este mi amigo que se le vio por última vez en
una techumbre por estas calles ya de nadie.
*Por más señas lleva en el cuello una gargantilla
dorada con su nombre grabado en caracteres Times New Roman.
Sergio Astorga
Tinta china/papel
2 comentarios:
Harry Lou quizá sea pariente cercano de Schelmish, quien además de todas las características descritas era un amante leal de una albina de ojos rojos. Como Harry Lou, Schelmisch (más conocido por las muchachas del vecindario como Chemo) un día dejó de rondar los tejados y de ronronear en mi regazo, tengo la esperanza de que al lado de su albina, se asomen un día de estos por un agujero (ojalá lo haya) del piso de un antojadizo pintor.
Seguramente en algún tejado; azotea; tras patio; zaguán, sus miradas tendrán un enlace gatuno fugaz y elegante.
Me gusta el nombre de Chemo. Harry Lou, en el vecindario no tuvo mucha resonancia, no era muy fiestero. Enamorado si y muchas veces llegó con el frac rasgado y las orejas inflamadas.
Posiblemente ahora que Remedios Varo tendrá su homenaje en el Arte Moderno, vayan a curiosear el famoso agujero.
Abrazos felino.
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