Andar también es perseguir la sombra que nos precede, de todos los que pasaron, una manada de ojos, y muchos nombres que se enturbiaron con distancia y pensaron llegar a su destino. No querían saber que el tiempo es el círculo que vuelve, que regresa y astilla la ceremonia de los huesos que aquí están enterrados bajo ésta línea recta, porque aquí también paso la espada y se agrietaron los rostros en este cuerpo raso de Amarillo.
Frugal desayuno y ánimo fresco nos alejaron de Santa Rosa, volvimos a retomar la Interestatal 40 Este con rumbo a Tucumari, para después dirigirnos a Amarillo en el estado de Texas. Pasamos de largo, sólo una flecha blanca y el nombre nos indicaban que Tucumari sería la última población relativamente importante de Nuevo México y entraríamos al estado tejano. Al entrar a Texas tuvimos que adelantar una hora el reloj. En Los Álamos tenemos la hora de la montaña y en la zona del centro tenemos una hora de diferencia y al llegar a Tennesse tendríamos dos horas (hora del Pacífico) en relación al punto de salida.
La ciudad Amarillo, gracias al ferrocarril y a sus condiciones geográficas es un gran centro ganadero tanto de producción como de comercio. Desde finales del siglo XIX, todos los vaqueros llegaban con su ganado para ser comercializado.
El nombre de Amarillo se debido a la cercanía con el lago Amarillo y a las flores que crecen indiferentes a su nombre y colorido.
Enormes praderas que se motean con puntitos negros y castaños, y que poco a poco se van convirtiendo en largos cuernos y anchas ancas indecorosas al los olisqueos del toro.
Grandes y poderosos ranchos se extienden por toda el área; se percibe desarrollo y opulencia, sólo por la extensión de las tierras cultivadas, nosotros seguimos esta intensa línea de la Interestatal 40 y sólo podemos fantasear el cuerpo rico de las fincas.
Esta ciudad es también “La capital del Helio del mundo” al ser una de las regiones más productivas de éste elemento.
A todo galope seguimos de largo sin entrar a la ciudad, y a los lados de la ruta podemos constatar los grandes centros comerciales y esbeltos edificios con sus cristalizados modales que contrastan con algunos graneros de madera abandonados a su erosión a lo largo de la carretera. Sin embargo, en ésta desbocada carrera por la ciudad que fue llamada la “Rosa Amarilla de Texas” tenemos esa sensación de pisar tierras que esconden una entrañable y fatídica historia y que estas praderas y el polvo que se levanta no nos son ajenos. Por aquí también pasó la espada, la cruz y el sincretismo.
Pánfilo de Narváez famoso por su gusto a los atropellos y masacres con los naturales de las tierras conquistadas, comienza su colección de aventuras sangrientas en la isla de Cuba, Fray Bartolomé de las Casas da testimonio de sus delicadezas. En 1518 cuando Hernán Cortés desobedeciendo las ordenes del Gobernador de la isla, Diego Velázquez, zarpa a la conquista de lo que será México, Pánfilo de Narváez es enviado a seguirlo con instrucciones de traerlo vivo o muerto. Al llegar a la Villa Rica de la Vera Cruz es hecho prisionero por
Cortés. Al ser liberado después de dos años regresa a España y el Rey Carlos I lo comisiona para conquistar la Florida con el título de Adelantado. En 1528 llega a la Florida y se interna al territorio en busca de la mítica ciudad del oro, al no encontrarla construye unas barcas y en el delta del Missisipi naufraga, muere y sólo sobreviven Álvar Núñez Cabeza de Vaca y el esclavo bereber Estebanico, probablemente el primer africano en pisar lo que sería Estados Unidos. La primera obra literaria que narra sobre el suroeste Americano es "Naufragios" de Álvar Núñez.
El naufragio ocurre en la isla de Galveston, frente a la costa de Texas y comienza su odisea de ocho años como uno de los primeros europeos en poner pie en el Oeste.
Sabedor de estas historias, Francisco Vázquez de Coronado, natural de Salamanca, España, emprende una expedición en búsqueda de Cíbola la mítica ciudad de oro. Este mito se originó en 1150 cuando los moros conquistaron Mérida, los siete obispos huyeron con las reliquias religiosas y sus tesoros para fundaron siete ciudades que con el paso del tiempo llegaron a tener grandes cantidades de oro.
Este mito revivió en el Nuevo Mundo, Narváez fracasó, pero la ambición tira más que una yunta de bueyes y en 1540 al mando de Francisco Vázquez Coronado, 300 españoles y 1000 naturales, se dice que en su mayoría tlaxcaltecas, recorren sin éxito un basto territorio sin encontrar la mítica ciudad. Vázquez Coronado regresa y muere en la Ciudad de México. Surge de inmediato la pregunta, qué suerte corrieron esos 1000 naturales, muchos morirían, pero muchos quedarían afincados dejando en estos planos amarillos la simiente de costumbres, de comida, de creencias, de idioma, en ésta relación que no acaba de ser asimilada y que corta al este y al oeste en realidades casi antagónicas.
En estos 285 kilómetros que recorremos en el estado de Texas, hay un polvo de memoria inquieto, que al golpe de calor, nos deja ver a lo lejos, el espejismo humano de los tiempos.
La mirada acostumbrada a la roca, al colérico polvo, al seco latido del vacío que como ave de rapiña lanza su vuelo a la llanura, a ese territorio que se esculpe de nada, de vientres lisos, dónde las fronteras no se alcanzan de tan lejanas. Aquí, donde la curvatura de la tierra parece falsa, donde los sonidos viajan y nunca más regresan. Aquí, el vértigo es del plano que se expande, aquí las líneas son ciegas, se las traga la pastura. Aquí, la luz se expande infinita, informe y sólo cuando el sol nace o se oculta volvemos a saber de su nacencia.
Aquí, la intimidad es derrotada con tanto jadeo de planicie y la pegajosa lengua de los bueyes marca el ritmo de las horas. Aquí las paredes son del aire y el rumbo del ferrocarril es el único destino.
Aquí, todo es amarillo, las flores, el aliento, la distancia y la pubertad del verde se muere rumiante en las barrigas.
Temporal del amarillo por aquí pasamos como si fuéramos cuchillo a medio día.
Sergio Astorga
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26 comentarios:
Los Naufragios, de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, los leí en la Facultad, junto con los diarios de Colón y las andanzas de Hernán Cortés a cargo de Bernal Díaz del Castillo, maravillosos testimonios todos ellos de un período oscuro y glorioso al mismo tiempo.
Tu relato es también una delicia. Voy a ir leyendo para atrás para rehacer tu camino. Un abrazo, Sergio
Mi querido Sergio, me gusta viajar contigo, oler, saborear, sentir el camino.Un beso amigo mío
Me encantan tus crónicas de viaje. Hay muchas manadas de ojos que te leen, Sergio...
Un abrazo desde, al fin, el otoño.
Una lección de historia viajando por las Américas ¿que mas se puede pedir?
Un saludo amarillo.
Mega, gracias, al leer tu comentario y al releer el texto me di cuenta de mi erro ortográfico.
Es verdad Mega, Las Cartas de Relación, de Cortés, La Verdadera Historia de la Conquista de la Nueva España, de Bernal Diaz del Catillo,Y Naufragios, no sólo son testimonios de valor histórico, es literatura, gran literatura. Imagínate! mi fascinación, estar viviendo otra vez, lo que leí sentado en casa. Que somos Mega, sino una herencia de signos, de palabras.
Me gustaría mucho que me acompañaras y recibir tus comentarios malabares.
Un abrazo y su crónica.
Sergio Astorga
Marisa,que ganas, que antojo este de sentir el polvo, te acuerdas de Juan Ramón, el de Palos de Moguer " Andando, andando, que quiero oir cada grano de arena que voy pisando" o los de Antonio "Yo voy soñando caminos de la tarde..." estos versos, estos, ánimos son los rímos que impulsan estas impresiones de viaje.
Gracias por seguir.
Un abrazo "sin volver la vista atrás"
Sergio Astorgs
Si el Ojo Travieso me sigue
se apasiguan mis tigres hambrientos.
Gracias Lilian, que el ámbar del otoño te envuelva.
Abrazos en manada para ti.
Sergio Astorga
Lola Mariné, como ves? piernas, ojos y libros bajo el brazo, sólo falta la comida, no te preocupes esta por venir.
Si algo te pudiéra pedir, sería tu compañia.
Un abrazo aleccionado.
Sergio Astorga
Sigue tu ruta llena de interés y pasión. Esas llanuras nos evocan las historias de vaqueros, duras, marcadas por la brutalidad y la supervivencia. En cuanto a los españoles que fueron allá ¿qué decir? Fueron tan brutales en el nuevo mundo como lo eran en los Paises Bajos y en toda Europa (no digo en España, porque no hubo guerras aquí). Las guerras - y esa conquista tuvo tales tintes - son terribles siempre, desde la antigüedad hasta nuestros días y, mucho me temo, lo seguirán siendo siempre. Y en cuanto a la codicia, es un mal que tenemos azotándonos continuamente. Un abrazo, querido amigo.
Un viaje con todos los sentidos el que me haces llegar, Sergio. Fantástico este camino informado y poético. Maravilloso recorrido por los tiempos.
Gracias.
Un abrazo cansado.
Izaskun
¡Sergio! estoy recorriendo contigo por el Main Street America, y es inquietante, tanta llanura, tanto amarillo y tanta poesía que sale de tus letras!
Adelante, caminante no hay camino, se hace camino al andar...
Besos!
Blanca
Isabel,tus comentarios me motivan al venir de una experta y apasionada de la historia.
En cuanto a tu comentario sobre la brutalidad, hay que decir que no tiene nacionalidad, es condición humana y al estar viviendo en estas tierras, tengo la impresión,no soy historiador y no lo pretendo, la gran diferencia que encuentro entre el exterminio por parte de los franceses y las colonias inglesas, en relación con los nativos americanos es que fue doblemente brutal. Los nativos americanos no tuvieron a un Fray Bartolome de las Casas, ni a un Tata Vasco, ni un Fray Bernardino de Sahagun, no tuvieron el humanismo,ni el mestizaje, ni el sincretismo. En el oeste americano existe toda la riqueza y contradicción del mestiszaje, donde conviven desde el origen tres culturas y en el este americano Virginia, Pensilvania, Tennessi, Oklahoma etc, no lo hubo sólo el exterminio y la exclavitud, es sorprendente que hace sólo 40 años había baños para blancos y otro para negros.
Este imperio es muy interesante y tal vez con tu sapiensia en el Imperio Romano podamos aprender mucho todos al intercambiar tiempo.
Un abrazo desde mi mestizaje.
Sergio Astorga
Izaskun, espero que reposes que el camino es muy largo y necesito de toda tu atención y ánimo canario para no desvirme en la melancolía del dibujo, te has dado cuenta, no he puesto ninguno. Vale.
Un abrazo vaquero.
Sergio Astorga
Blanca Mosi,es una sensación que se extiende como liga, como elástico que se tensa con tus ojos.
Si me apuras te dire que la partesemidesértica de aquí en los Álamos y sus alrededores me tiene encantado, no he hablado de ella, aquí la experiencia es muy rica, espero ir contando poco a poco.
Caminemos que la distancia respira.
Un abrazo por la 66.
Sergio Astorga
Sergio, sólo decir que sigo tu ruta y me encanta hacerlo. Por cierto, hablando de amarillo, lo escrito en amarillo es una verdadera delicia.
Un abrazo viajero.
Maribel, vamonos derecho, con el edicto de los días.
Que los artículos están en orden y los amparos siguen su curso y se ha declarado para los ocres su libertad condicional.
Un abrazo rutilante.
Sergio Astorga
Cada vez noto que formo un poquito más de parte de este viaje vuestro, amigo Sergio, porque tu forma de narrar caminos y describir el paso de la historia me acerca a todo aquello que véis y que se vio. Gracias por quererme como compañía ;)
Abrazos de caminos por recorrer y por contar...
Sergio, despues de una ausencia de varios días de Sevilla, mi mami ha estado en el hospital y yo con ella en Badajoz estos días, sigo con disfrutando de tu viaje, pero sobre todo, de tu, como siempre, magnifica y documentada prosa, me traes recuerdos de lecturas adolescentes, de esa época de conquistas y conquistadores de sangre tan cercana a la mia, en aquél tiempo, los admiraba y me sentía orgullosa, despues, asumiendo la realidad, dura y cruel.
Es una delicia leerte y volver a este querido rincón.
Un abrazo mientras deshago mi maleta...
Sergio. Me alegro de que, en medio de tu viaje, tuvieses tiempo para hacer parada y fonda en las Caricias;-) Gracias por tu visita y por este viaje virtual al que me incorporo ahora. Siguiendo el rastro de tu visita me he encontrado en mitad del Nuevo Mundo, buscando una mítica ciudad de oro...
Seguiré leyéndote.
Saludos.
Raquel, ojos en las manos y miradas tocadoras es lo que quisiéra tener.
En el trayecto físico dudas poco, en el viaje de palabras,dudas,retrocedes,
reconstruyes, rehaces.
Otro nervio te recorre el cuerpo.
Caminemos pues.
Un abrazo asoleado.
Sergio Astorga
Triana, aquí es tu casa ponte comoda. Espero que la salud de tu mamá mejore y que tu ánimo no decaiga y estamos al pendiente.
Ya extrañaba el salero, el duende, el paso garboso, binvenida siempre.
Hay mucho que admirar y no perder el contexto y los juicios serenes tienen que paliar los arrebatos. Parece que en algo coincidimos, nuestras lecturas se reviven y tal vez afianzamos nuestra primera impresión o iniciamos una exploración por nuestras opiniones.
Aqui seguimos dimos dando y gracias de nuevo por tu presencia.
Un abrazo rencontrado.
Sergio Astorga
Olga, honores quería mi menda, gracias por tu visita, espero que estos ritmos, estas cadencias sean benéficas para tu oído.
Aqui avanzamos, aquí vamos llegando, aqui te espero.
Un abrazo ya no tan inédito.
Sergio Astorga
Que interesante! me gustó salir de viaje ,quizás más por las sombras que dejó, de alguna manera sembarada, ciertas batallas
Un beso gracias
Menudo recorrido Sergio, con la mirada puesta en los tiempos pasados y en los presentes.
Se siente el calor y el espejismo que debe de emitir esa famosa, eterna e inmensa interestatal que tan bien nos describes.
Como siempre, me gusta la historia de lo que fué, pero me quedo con tus miradas de hoy, en este caso amarillas como la ciudad y la lago de ese nombre.
Un abrazo
Verónica,cuanto batallar y cuantos polvos, tu que vives en una isla rodeada de caminos indistingibles para el neófito de la mar,ya estuve en la isla Lobos en frente de Tamiahua, Veracruz y la sensación es diametralmente opuesta.
Grcias por venir.
Un abrazo a la distancia.
Sergio Astorga
Pizarr, menudo y movido ajetreo, ya fuí a ver que también tu recorrías caminos y distancias.
Todavía no falta llegar al este y mirar diferente.
Así es el abarrote.
Un abrazo que abra brecha.
Sergio Astorga
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