jueves, 29 de abril de 2010

Proemio

Te escribo.
Te escribo desde el recuerdo de tu boca,
vestido de humedades conocidas.
Jadeo y te respiro.
Soy una brasa.

Sergio Astorga

Tinta/papel 20 x 30 cm

domingo, 25 de abril de 2010

Dos Años Dos

¡Señoras y Señores, Caramelos y Bonitas, Niños nacidos y por nacer! este Abarrote el día de ayer estuvo de fiesta al conmemorar con bailongo de antología, su cumpleaños. Podemos decir que de añojo pasó a eral, si me permiten el maridaje.
Este Abarrote, preocupado siempre por ofrecerles productos ultramontanos, ultramarinos y de ultratumba les agradece su paciencia y entusiasmo para que la cortina siga levantada.

No puede faltar la remembranza, hasta en las pulquerías mas modestas es apreciada la efeméride. Les cuento: aun recuerdo cuando nació el Antojo, puros deseos de expansión y teniendo en mente la canción de Luis Alcaraz, "el dinero no es la vida, es tan solo vanidad" la actual dueña del Abarrote dio la letra de salida y aprovechamos el Homenaje pictórico que realizamos para Octavio Paz en sus diez años de finado, para lanzarnos en solitario y sin clientela al mundo cibernético. No os preocupéis, que las lagrimas han sido contenidas gracias a los sudores provocados por el zapateado de anoche.

Con la escoba en la mano y con el delantal en su sitio, como si fuera escudero de la libre e independiente empresa, les agradezco en lo que vale, y es mucho, sus visitas, sus comentarios ausentes y presentes. Sinceramente muchas gracias.

Espero contar con su preferencia para seguir con esta antojadera, porque la dicha es mucha y la pena mas sabrosa con la sal y el perejil en la sección de los perecederos.

Un abrazo de fiesta y gratitud para vosotros, ustedes y ellos.
Sergio Astorga


Tinta china/papel 20 x 30 cm.

viernes, 23 de abril de 2010

Libro caído

He nacido hoy con las alas abiertas como un libro. Mis hojas son de geología meteórica y mis genitales son de aire. Como prólogo diseminado mi signo es el vuelo. Al ojo del lector soy como el cereal germinado en una mente. Como oro disperso cambio de rostro cuando llego, y el sonido metálico de algunas silabas silban como espirales noctámbulas.
Mis plumas son férreas. Una cuerda tensa y un áspero rocío en días estériles me inclinan hacia un lado o hacia el otro.
Como espuma de vuelo, la hebra de la historia duerme a los pies del águila y del estruendo.
Si los caminos se visten de oquedades sonoras, no se encandilen, son maderas de otros vuelos.
Mil años de altura me devoran de palabras. Me quieren mirar y descifrarme pero, se despeñan. Voy machacando el alimento en las bocas vacías, sin crueldad, con pedagogías fonéticas del aire.
Estoy sometido a la ráfaga y a la espera. Sigo vibrando colgado del cielo y la blancura, con ese animo tenaz de pajarero.
Sin embargo, transparente, hoy he caído, reuniendo mis alas como un libro.
Tal vez mañana, vuelva a ser azul mi territorio.

Materia de los céfiros.

Sergio Astorga


Tinta china/papel 20 x 30 cm.

jueves, 15 de abril de 2010

Matilde

Matilde buscaba en su memoria el primer encuentro amoroso. Fue en los tiempos en que los espejos se hincharon y sus tobillos padecieron las alturas de sus zapatillas.

-Te acompaño? -pensamientos de humo en su recuerdo.
-Te puedo ver mañana? - grano de fuego en su oído.

El porvenir es el hijo predilecto de la indecisión y ella lo acarició santamente hasta que las ojeras turbaron su semblante. Sensual, dejaba llenar su cuarto de futuros.

-Cásate conmigo- melodía de luna en su almohada.
-Sin ti no hay vida- enorme cónclave de dudas.

Acodada al balcón, una aguja pincha su pecho y su mundo se suspende en sombra, nunca más dejará llegar un puño de palabras estrellarse en su cara.
Sergio Astorga

Tinta/china 20 x 30 cm.

miércoles, 7 de abril de 2010

4TH Street

El despertar en San Francisco sube entre columnas de vidrio.
Miles de ojos caen en cascada en un presente continuo.
Se reparte el espacio en un teatro de hormigón.
Llueve, llueve como si fuese pensamiento
repartido en calles estrechas.
El puente de la bahía salva el naufragio del viento.
Desnuda la ciudad palpita en miles de lenguas afiladas.
Los vagabundos jalan su carrito de supermercado
colmado de cobijas y de indescifrables pertenencias,
con un cigarro en la boca

invocan letanías como yerbas silábicas.
El mundo es pequeño, inmóvil,
una república de lenguas adivinando su capital de nombres.
De una palabra a la otra el silencio se inventa resucitado.
Desde mi ventana converso con la distancia
antes de que el anonimato me convierta en muro.
En el teatro de esta ciudad soy un ojo que deletrea.
Un muro hendido desde la altura.
Sergio Astorga


*vista de San Francisco desde el hotel.

lunes, 5 de abril de 2010

Entre Rocas

Un brazalete que respira entre las espalda del aire.
El vértigo se petrifica agónico, mudo.
El libro de las edades esculpiendo su rostro.
Aquí, la luz se seca en los dientes de los siglos.
Piedra contra piedra.
El yo y el tú es poco
en este inmenso fruto de silencio.

Sergio Astorga