- ¿A dónde vamos?
- No lo sé. A donde nos lleve la vía.
- ¿Podemos ir al sur?
- Al sur vamos a la estación Santa Apolonia, si es que es
el sur.
- Entonces al norte.
- No lo sé. La cosa es que no sé. Uno se puede perder en
la pena o en el miedo.
- ¿Estas asustado?Siempre serás forastero.
Siempre corriendo. Al menos en esta techumbre uno se entretiene mirando
los ángulos y esa sensación de tener el esqueleto arriba de la cabeza, nos deja
la mirada acalambrada.
- Tiene que haber alguna esperanza. Tiene que existir una. Tal
vez en Trocadero.
- No se oye nada.Sólo fierro y la llamarada de las
partidas
en la cabeza.Abre las orejas.A ver si escuchas al tren.
- No hay ni moscas.
-El tiempo está caliente y enfermo. Tal vez tengamos
noticias firmes cuando llegue el tren. Los rieles serán nuestras piernas. El
horizonte parece claro si no pensamos en él.
- Esperemos.
Sergio Astorga Fotografía estación Oriente, Lisboa.
2 comentarios:
Muy acertado tu relato. Pues yo me caería a las vías de sólo distraerme con el techo! Ver la estación vacía es impresionante, uno diría que el tren no debe llegar nunca. Abrazos,
Myriam, creo que te encantaría visitar Portugal. Ahora esta de capa caída, muy caída.
Su arquitectura es esplendida, tanto la antigua como la contemporánea; hay un estupendo diseño por lo demás.
Gustarías, estoy seguro.
Abrazos sin contrafuertes.
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