La concha siempre busca cubrir al posible molusco. Las ciudades tiene el mismo anhelo. El agua, pendenciera desde el origen del mundo, nunca repara en la sed que provoca.
Estaba escrito que del mar venimos y que siempre seremos parásitos del agua por más dura que sea la piedra tallada.
No hagamos olas, que hemos logrado entubar su movimiento.
Fotografía: en algún "recanto" (rincón) de Porto, Portugal.
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