El Sr. Sins vende hamburguesas en la travessa de Cedofeita. Suculentas, carnosas; no deja de incitar pasiones gustativas y despertar a ese animal ajeno que respira a nuestro lado. El cuchillo obedece el mandato y con carnicero apetito, destazamos a la víctima, tan pasiva en el pequeño plato.
Sin embargo, el Sr Sins, se retuerce, iracundo, al ver que nadie lo mira y su mal humor avanza en su propia carne. Todos los cuerpos se han vuelto sus enemigos. Todos a coro, compadecidos, le han dicho que cambie de género, que se dedique al pescado o al vegetal. El Sr. Sins, no cede, la carne le provoca un éxtasis severo.
Ya le es insoportable estar al frente del negocio, por fortuna, alguien alarga el brazo hasta el cuchillo