La belleza de la velocidad no tiene igual. Beber café en bicicleta nos prepara para las emociones más intensas de movimiento. La ruta se establece por la intensidad aromática. Sí es un café express la vorágine que nos depara es absoluta. Si es un café sencillo podremos pasear com si fuera un paseo dominical en la alameda. Subir y bajar paredes se vuelve un acto habitual de cafeína. El tiempo y el espacio, como bien sabemos, es sólo referencial. Así que los presupuestos lógicos dejan de tener sentido, siempre y cuando no tomemos café con leche, porque de esa manera se anula las capacidades dinámicas de todo movimiento constante.
Es necesario dejar atrás cualquier actitud utilitaria y ramplona, por eso es imperante que los caballeros se abstengan de llevar sombrero y las damas vestidos amplios ya que pueden provocar fricciones innecesarias.
Se convoca a los espíritus aventureros a dejar sus cómodos asientos y entrar de lleno al futuro de una estética de Generación X.
Los manuales de cómo beber café en bicicleta sin importar las rutas se encuentran in situ a la entrada del establecimiento.
No olvidemos que la poesía se toma sin azúcar.
Fotografía: Interior del Café Alambique, Porto Portugal.
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