En éxtasis, cómica y mártir, el alba huele a carne macerada y se entume en el cristal la imagen de novicia que desgarra al que la mira.
Ha perdido la cabeza y tiene miedo de contagiarse y corre de muro a muro y nunca la miel de la caricia toco sus pensamientos.
Ha perdido la cabeza y tiene miedo de contagiarse y corre de muro a muro y nunca la miel de la caricia toco sus pensamientos.
Lo que está en su cuerpo no sale de su cuerpo.
Y el fuego, en su jungla tiene tregua; un hormiguero de apetito y ungüento de sal que se fastidia.
Antes del reino húmedo del viento ya su vientre ensuciaba las sábanas de premoniciones, de futuras contiendas que nunca llegarían.
Vino del mar y los ocres de la piedra le dieron ese rostro y muchas bocas le dieron nombre.
Su sonrisa sangra de su vientre y es un signo que flota y demasiada noche la penetra.
Su era es la del agua y la temperatura del azul es la ceniza que la tizna.
Arde como la piedra filosofal y deja la rosa de los tiempos clavada en la intimidad de los libreros.
Inoportuna y plural, el silencio de lo amado sufre, como sufre el ojo cuando arde.
Era el giro detenido del sexo y la nuca del sueño.
Era inaplazable la sed de sus entrañas y el torbellino de la nada.
Y era de camarón su torrente de signos.
Si. Era de camarón el delirio de sus muslos.
Sergio Astorga
Y el fuego, en su jungla tiene tregua; un hormiguero de apetito y ungüento de sal que se fastidia.
Antes del reino húmedo del viento ya su vientre ensuciaba las sábanas de premoniciones, de futuras contiendas que nunca llegarían.
Vino del mar y los ocres de la piedra le dieron ese rostro y muchas bocas le dieron nombre.
Su sonrisa sangra de su vientre y es un signo que flota y demasiada noche la penetra.
Su era es la del agua y la temperatura del azul es la ceniza que la tizna.
Arde como la piedra filosofal y deja la rosa de los tiempos clavada en la intimidad de los libreros.
Inoportuna y plural, el silencio de lo amado sufre, como sufre el ojo cuando arde.
Era el giro detenido del sexo y la nuca del sueño.
Era inaplazable la sed de sus entrañas y el torbellino de la nada.
Y era de camarón su torrente de signos.
Si. Era de camarón el delirio de sus muslos.
Sergio Astorga
Tinta/papel 20 x 30 cm
8 comentarios:
Mayor precisión poética no cabe en tus palabras.
Un beso grande
Imaginaba caricias recorriendo toda su piel.
Un solo gesto, recorriendo su cuerpo con las manos.
Exaltación de los sentidos hasta llegar a estremecer.
El tacto, el gusto, la pasión, el hechizo, sin pudor.
Pensamientos ardientes más no solo sexo.
Deseaba con anhelo un dueño para su corazón.
Sergio, el verano parece ser que reaviva en todos esos deseos inconfesables.
Un abrazo
Qué gusto venir a recalar de vez en cuando en su colmado y ver y escuchar...
... y acurrucarse bajo el mostrador mientras resuenan las palabras en fucsia...
Un abrazo extático.
Gemma, mayor bonhomía no cabe en tu comentario.
Gracias por tu mirada amigable.
Un abrazo gran gran de.
Sergio Astorga
Alicia, lo mas grato es saber que los tenemos, ya si los confesamos es otra incógnita.
Las sensaciones que se provocan o que provocas en la lectura es una de las cualidades que yo pretendo.
Gracias de nuevo por bucear con el texto.
Abrazo justo.
Sergio Astorga
Freia, bienvenidas sean sus mercedes que ya he disfrutado de sus Renacentistas y Barrocas entradas y le confieso que me deja pasmado y patidifuso y sin saber que comentar, me pongo a oír la música que nos sugiere y me pierdo. Disculpe esta mi falta de delicadeza para sus Variaciones.
Le puedo ofrecer un té de magnolia o de lilas?
Nos acaba de llegar papel de la China para hacer papal picado, querría unos cuantos pliegos?
Su visita me engalana.
Sírvase a su gusto.
Un abrazo amarillo de Nápoles.
Sergio Astorga
Estoy impactada por esta Era de Camarón, ebria de palabras y goces.
Abrazo turbado.
Maribel, has captado en su jugo este intento de indagar, como en el Decamerón, las posibilidades sensuales y sonoras.
El dibujo, permíteme decirlo, me lo quedo, es un dibujo como describes: "ebrio de goces"
Me lo quedo.
Un abrazo gozoso.
Sergio Astorga
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