No fueron
creados. Se encontraron por esos caminos del azar cuando buscaban ser gárgolas.
Su presente superó su pasado y sólo tienen sentido porque buscan el futuro en
su nostalgia. Son la componenda de su presencia. Su contradicción la salvan por
lo que son: un riesgo de imaginación. De haber nacido en otro espacio tal
fuesen caballeros águilas, por eso el azar les dio su lugar en el universo,
aunque nunca sabrán cuál es ese lugar. Son dos pero, piensan como uno, y eso
les suministra cierta ventaja ante la diversidad. Nunca envejecen porque se
renuevan en cada utopía.
En el siglo
XIX la hulla ennegreció su carácter, desde entonces todos los años bisiestos se
bañan en las aguas del caribe. Han mejorado lo suficiente para dejarse ver sin amarguras,
y tienen urgencia de articular sus primeras palabras para crear su paraíso.
Sergio
Astorga
Tinta/papel 20 x 30 cm.