Esa noche esperaba con tedio la llegada del príncipe como en los viejos tiempos. Olorosa, sabía que el prodigio podía beberse
si ella deshojaba la lava que se amotinaba en su pecho.
Así, como el niño que
con bárbara ternura juega con los trenes,
ella tenía la certeza que sería la elegida entre todos los corazones forasteros.
Sin embargo, a la voz de la rutina,
miró como se fugaba su perfume entre las
dudas ajenas y los recatos virginales.
Sergio Astorga
Tinta/papel
2 comentarios:
Definitivamente esa mujer seguro que sí cree en el amor... pero no en los esfuerzos que se tienen que poner en el mismo, porque acaso no siempre los resultados son los óptimos o esperados. Es por ello que se situa en esa fase de amor vago hasta que acabe con las dudas.
Un abrazo.
Alicia, llego tarde, disculpa ando atareado, atarefado (en portugués) ya pronto contaré. Ella cree y espera, gusta de sentirse envuelta en un deseo desconocido.
La flor a veces, queda turgente. No siempre el perfume tiene buen destino.
Abrazos mimados.
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