lunes, 28 de julio de 2014

Ayuntamiento


El latido de la vaina anticipa el estallido del fruto. Como dos enamorados, el campo se preña de agua tibia. La mazorca y la tuna, ayuntan.

Tinta/papel

martes, 22 de julio de 2014

Incompatibilidad de caracteres



Siempre buscó la O por lo redondo, por desgracia se cruzó con la finura de la I.

Sergio Astorga acuarela/papel

lunes, 21 de julio de 2014

Pliego petitorio


La mini ficción como la minifalda, arriba de la rodilla. 


Sergio Astorga Acuarela /papel de algodón

viernes, 18 de julio de 2014

Estallido


Lo que estalla deja siempre una huella en el ojo. Los pedazos se reconstruyen uno a uno y las astillas sobrantes las guardamos para el siguiente estallido. Como aquella dama famosa que baja la escalera, se apagan y se encienden las luces, sin saber que nuestro delirio ha completado la visión primera. 
El mundo esta roto. Se ha roto todo el tiempo. Ha reventado desde el principio. Lo hemos reconstruido embelesados. Las imágenes se multiplican en su detalles; imágenes que nunca veríamos si no hubiese roturas. EL gran vidrio que tenemos enfrente brilla intenso, diurno. Nos sobran textos y pretextos para sanar las cortaduras. 
Por fortuna, el cristal sólo refleja a contraluz y con sólo dos pasos recupero la corporeidad del mundo. 
Un rayo de luz hormiga esculpe de nuevo el panorama cierto.  

Fotografía Sergio Astorga   

jueves, 17 de julio de 2014

El sombrero del aire


Una hoja de metal que gira y se desprende de un árbol que ha perdido el tronco y sólo sus hojas laminadas se suspenden. La luz se apoya en el aire y gira y proyecta su paso en múltiples sombras. Los sonidos se descalzan. La mirada cae, gira, se apropia de los puntos cardinales. Las voces no se escuchan. Los días parece que giran sin atributos. No sabemos donde poner las manos. Todo es espacio y gravedad volátil. La distancia se alarga y se recoge sin saber de su medida. 
Los sentidos cansados, se alzan para buscar un rostro conocido pero es ejercicio vano. Hay un soliloquio que intentamos adivinar y nos ofusca. Se pude mirar el silencio y su sombra. 
Son siluetas, nos decimos. Pensamos en los pétalos o en las alas de aves extintas y aurorales. Es entonces que intuimos que la brisa tiene un sustento material y eterno.
Desconozco si Alexander Calder se propuso ponerle un sombrero al aire y así dejar la charla del instante protegida. 


Fotografía Sergio Astorga
Alexander Calder 
Black Spray
1956
Museu Coleção Berardo. Lisboa, Portugal

miércoles, 16 de julio de 2014

Recalar


Sacarlo de esa idea es como navegar en un mundo de palabras sin sentido. En esta hora en que la ausencia tiene detenidas las barcas con esa cuerda antigua que sólo de verla se figura uno, porque es un figuración, que los siglos son indiferentes para quien los mira. Ellos, los siglos, son arenales secos donde agonizan los celajes. Ningún rayo de sol hace vida y las hediondas algas cubren las rocas como ocultando el talle de la sirena presentida. Es verdad, hay una noble lentitud en las imágenes. La respiración se contiene. Se alza la mirada para desandar lo mirado. El aire finge moverse, maternalmente desanda el camino entre los brotes de clavos oxidados. Las cuerdas mantienen tensa la mañana, son articulaciones que ligan la barca al muelle. EL agua espejea ese momento. Se provoca una zozobra al ver que el mundo se duplica incesante pero inútil.

-Aquí vengo todos lo días, me dice. Cruzo el río una y otra vez. Usted piensa demasiado, me recrimina. Si yo pensara lo que usted dice, nunca cruzaría el río. Lo que es, siempre será. 


Con una calma funeral, sube a la barca. Se puede leer Maria da Graça en la proa. Una fila de reflejos se acomoda. Un transito de agua parece que sonríe. 

Me digo entonces: es un error sacarlo de esa idea porque el mundo tienen sentido si navegan las palabras.       

Sergio Astorga Fotografía Miragaia, Porto. Portugal

martes, 15 de julio de 2014

Cáncer


Amadísimo Cáncer, evitaba decir lo que tenía que decirte, evocarte como lumbre enterrada entre los astros. Es tan difícil encontrar la predicción cundo el viento pasa tremendo como ese escalofrío debajo de las sábanas. Tus lunas negras, mi recordado cancer, detienen la adivinación de los ángeles malos y el pan húmedo de tus noches amanecen en el estallido de tus mareas. Guerrera siempre en el amparo; tu adivinación incesante que gritas, dejando las gargantas mudas y dolosas. Tu inútil miedo a traspasar la sombra del machete, sigue cortando el aire. Te he mirado por las noches y el desorden de tus sueños germinan a lo largo del desvelo de memorias.
Tu casa es la luna, naturaleza femenina húmeda, árbol de agua y mar de pozo.
En la Mitología griega eres Carcinos, el cangrejo gigante de la laguna de Lerna. Aunque seas un personaje secundario en el mito de los doce trabajos de Heracles, atenazas las horas con firmeza. En su segundo trabajo, Hera, te ordena atacar a la Medusa, en tanto Heracles corta sus cabezas. En recompenza te convierte en la Constelación de Cáncer. 
Tu casa es el caparazón de tus tenazas. Te consagras a tus hijos con el egoísmo de las vírgenes solitarias. Tu mesa siempre vestida, tus manteles largos como los cabellos de tus presentimientos. Intuitiva cuentas, platicas lo que tu inmóvil intimidad resplandece. Fácil, cambias de humor con ese celo que persigue lo que pudiste ser y no fuiste. Leal a tu cruz, el aburrimiento ampara a todos lo hijos que procreas. Todo te lastima y la piel la tienes sobre la frente y tu corazón tiene el alma del que cela, del que quiere la luz completa, sin sombra, sin que te escarben el porqué sabes lo que nadie te ha dicho que supieras. Tu raíz es oscura, nunca se sabe lo que quieres, te confundes en tu entusiasmo o en un intuitivo silencio que golpea. 
Maternal y ardiente tus gestos los puedes encontrar en Geord Sand y si quieres buscarte en la intimidad de lo que fue para ser, tienes al gran Marcel Proust, para que el buceo te tu tiempo no se pierda del todo.
La tristeza que aveces llevas de amuleto puedes dejarla si les a Françoise Sagan, “Buenos días tristeza” puede ser una buena elección.
Las indecisiones, las culpas, los fantasmas irredentos que te habitan puedes confundirlos si miras La decisión de Sofía, con Meryl Streep.
Tu sabes de las múltiples a cabezas de la Hidra y vas cortando una a una con esa espada fina que siempre tienes debajo del sueño. Sabes, puedes leer Siete personajes en busca de autor de Pirandello o del mismo autor EL difunto Matías Pascal. Que amoroso Luiggi con su asombrada lealtad por María Antonietta Portulano.
Para el desencanto, de eso que llamamos vida tal ves el Principito de Antoine de Saint Exupéry.
Gustav Malher, puede encontrar el milagro exuberante que buscas sin descanso.
EL corazón aprende, si es constante, dices, y es bueno tener una casa que se cuida como la esperanza del destino que siempre esta dormido. 
Cuando tengas ganas de morirte, no alborotes, Ernesto Sabato en su Tunel, te dice cómo se vive el desencanto. Ahora, si quieres vivir tu espiritualidad, la doble cara de la realidad que bien conoces, puedes perderte en Narciso y Goldmundo de Herman Hesse.
El dolor callado que aguantas hasta el delirio puedes enjugarlo mirando a Frida Kalho.
Todos ellos, los que te he mencionado, nunca murieron de espanto, todos han salido de sus cuevas, caminando con sus patas largas clavadas en la arena hasta que las fases de luna vuelven a mojar el misterio que no entendemos y que tu vives como si fuera un danzón fino y delgado.
Tu sabes mi querido Cáncer, que la metáfora sigue habitando debajo de la lengua y que uno es un tonto todos los días del año. Todos sabemos, cangrejito, que el mundo sólo se mueve cuando la menstruación de la luna moja el firmamento.


Camilo Rubalcaba 
Gerente Permanente del Abarrote

Sergio Astorga Tinta/papel

martes, 8 de julio de 2014

Estancia



Dicen que la adolescencia es un lujo de occidente. Que todo es un buscar para hallarse. De tal modo, que los ojos que se miran no encuentran su lugar entre su cuerpo.
Con agudeza clara, el tiempo pasa raudo como sabiendo que a cada hora le llegará su nostalgia.
Hay una tristeza vieja, lo confieso, que se hospeda en esa fotografía; en esos trenes que se han ido, como esa gana de buscarse en lo leído.

Sergio Astorga Estación Oriente de trenes, Lisboa, Portugal.

lunes, 7 de julio de 2014

Coyoteando


El aullido solitario a mitad de la noche es la grieta de su historia.
Los colmillos gustan desgarrar los olores del macho y de la hembra. La brevedad del sueño y la vida hambrienta son idénticos. 
El beso, los arremeda.

Sergio Astorga Tinta /papel